Caricaturas de famosos: Romy Schneider
Actriz clásica fascinante como pocas, de belleza triste y delicada. Tristemente desaparecida a temprana edad, este 23 de septiembre hubiese cumplido 77 años. Dentro de mis caricaturas de famosos le rindo homenaje con esta caricatura en blanco y negro pintada con acuarela y lápiz de color en tonos grises.
Nació en Viena el 23 de septiembre de 1938. Su madre era Magda Schneider, una actriz famosa en los años 30 y 40. Empezó su carrera cinematográfica como adolescente de dulce encanto y cara de bollo en una serie de comedias románticas alemanas como “Lilas blancas” (1953), “Los jóvenes años de una reina” (1954), en la que interpretó a la reina Victoria de Inglaterra o “La panadera y el emperador” (1955), películas que la llevarían a desembocar irremediablemente en “Sissí” (1955), clamoroso éxito mundial que contaba de forma falseada y edulcorada la vida de la emperatriz Elisabeth de Austria. Su impacto fue tal que conoció dos secuelas, “Sissí emperatriz” (1956) y “El destino de Sissí” (1957), igual de cursis que su predecesora.
Intentó dar una imagen más madura con “Corrupción en el internado” (1958) antes de pasar al cine francés. Allí rodaría “Amoríos” (1958) junto a Alain Delon, con el que viviría una apasionada historia de amor que llenó páginas y páginas en las revistas del corazón de la época. También trabaría amistad con el célebre director de cine Luchino Visconti, que la dirigiría en el teatro y en un episodio de “Boccaccio ’70” (1962) película en la que Romy, por primera vez, ofrecía una imagen tremendamente sexy. Fijaría su residencia en París a causa de su relación con Delon, que finalizaría en 1964.
Inmediatamente Hollywood y el cine internacional en general se interesarían por ella. Rodó “El proceso” (1962), dirigida por el gran Orson Welles junto a Anthony Perkins y Jeanne Moreau, “Los vencedores” (1963), film bélico con George Peppard, Albert Finney y Jeanne Moreau de nuevo, “El cardenal” (1963), del célebre Otto Preminger, las comedias “Préstame tu marido” (1964), con Jack Lemmon y “¿Qué tal, Pussycat?” (1965), junto a nada más y nada menos que Peter O’Toole, Peter Sellers, Woody Allen y Ursula Andress, “10:30 P.M. Summer” (1966), con Peter Finch y Melina Mercuri, “Triple Cross – La verdadera historia de Eddie Chapman” (1966), entretenida película de espionaje junto a Christopher Plummer y Yul Brynner, “Sin balas y disparando” (1969), con Tom Courtenay, “Mi hijo, mi amor” (1970) y “El ídolo caído” (1971), dirigida e interpretada por Richard Harris. Años después volvería brevemente al cine americano para rodar “Lazos de sangre” (1979), película de misterio con un importante reparto encabezado por Audrey Hepburn, Ben Gazzara, James Mason y Omar Sharif.
Pero desde finales de los años 60 trabajaría básicamente en el cine francés donde conseguiría sus mayores éxitos y películas más recordadas, consiguiendo el premio César (el Oscar francés) en dos ocasiones. En el cine galo fue la actriz fetiche del director Claude Sutet.
Volvió a trabajar junto a su antiguo amor Alain Delon en “La piscina” (1969). Como curiosidad cinéfila, en esta película Alain Delon ahogaba en una piscina al actor Maurice Ronet, a quien ya había ahogado, esta vez en el mar, en su primer gran éxito, “A pleno sol” (1960), en la que también participaba Romy Schneider en un papel cameo. Trabajó por última vez con Delon en “El asesinato de Trotsky” (1972).
Rodó tres películas importantes al lado del actor francés Michel Piccoli: “Las cosas de la vida” (1970), “Max y los chatarreros” (1971) y “El trío infernal” (1974).
Con la primera madurez, Romy Schneider había adquirido una belleza serena pero algo melancólica muy alejada de la imagen ñoña de la adolescencia y la picardía de la juventud. Por ello le sentaban de maravilla los personajes complicados y atormentados. Trabajó con Jean-Louis Trintignant en “Anna Kauffmann” (1973) y “El trepa” (1974). Con Philippe Noiret rodó “El viejo fusil” (1975) y “Una mujer en la ventana” (1976).
Pero tal vez sus películas más significativas de esta última etapa serían “Ella, yo y el otro” (1972), con Yves Montand, “Inocentes con manos sucias” (1974), de Claude Chabrol, la desgarradora “Lo importante es amar”(1975), de Andrzej Zulawski, al lado de Fabio Testi y Klaus Kinski, “La muerte en directo” (1980), de Bertrand Tavernier con Harvey Keitel y “Fantasma de amor” (1981), de Dino Risi, deliciosa historia romántica de misterio en la que personificaba a una mujer fallecida que se aparece a un antiguo amante progresivamente enloquecido interpretado por Marcello Mastroianni.
“Luis II de Baviera, el rey loco” (1972) volvió a brindarle la oportunidad de trabajar con Visconti y de ponerse en la piel del personaje que la hizo famosa, la emperatriz Elisabeth de Austria “Sissí”, pero esta vez desde una óptica más dramática y realista.
Su última película fue “Testimonio de mujer” (1982), de nuevo con Piccoli.
Nunca superaría el suicidio de su primer marido y sobre todo la muerte en 1981 de su hijo David, de tan sólo 14 años. Cayó en una depresión que la llevaría al abuso del alcohol. Ya era una empedernida fumadora desde hacía años. El 29 de mayo de 1982 la encuentran muerta en su apartamento parisino a los 43 años de edad. Una mezcla de alcohol y barbitúricos parece ser la causa de la muerte y todo apunta al suicidio aunque la versión oficial dictaminaría un paro cardíaco. Trágico final para una actriz llena de encanto y sensibilidad a la que no debemos olvidar nunca.
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